viernes, 3 de octubre de 2014

Ranas Arlequines

Anfibios de pequeño tamaño (entre 2 y 6 cm de longitud) y vistoso colorido, con diversas combinaciones de verde, amarillo, anaranjado, rojo, negro, etc. Las ranas arlequines pertenecen a la familia de los sapos (Bufonidae) y muchas de ellas están caracterizadas, entre otras cosas, por tener la piel algo verrugosa: esto es visible al observar la espalda y costados del animal. Esto permite diferenciarlas de especies de ranas venenosas (Dendrobatidae), que pueden ser parecidas, pero tienen la piel lisa. De todas formas, también hay muchas ranas arlequines con la piel completamente lisa. El color del vientre suele ser diferente al del dorso. El hocico es bastante aguzado y protuberante, los ojos pequeños y las patas traseras son relativamente cortas, comparadas con las de otras ranas de tamaño similar.
Las ranas arlequines conforman un grupo de anfibios que se ha vuelto tristemente célebre, pues es uno de los más amenazados de extinción en el mundo. Poblaciones enteras han desaparecido en menos de una década y es probable que decenas de especies ya se encuentren completamente extintas. Durante muchos años no se supo con certeza qué era lo que les estaba ocurriendo y se barajaron hipótesis como que las ranas estaban siendo afectadas por el cambio climático, la desaparición de la capa de ozono y la infección por un hongo. Hoy se sabe que todos estos factores pueden estar jugando un papel. Factores globales (como el cambio climático, la contaminación y la destrucción de hábitats) parecen estar debilitando el sistema inmunológico de las ranas y éstas están siendo acabadas, en cuestión de años, por una infección de un hongo del filo Chytridiomycota (Batrachochytrium dendrobatidis). La enfermedad producida por el hongo aumenta el grosor de la piel en ciertas partes del cuerpo de la rana, asfixiando al animal (las ranas respiran por la piel), el cual muere por esta razón o por las toxinas liberadas por el hongo.
Con todo, sólo 3 especies de ranas arlequines, de las más de 115 que se conocen hasta el momento, han sido declaradas oficialmente extintas. Sigue existiendo la esperanza de encontrar algunas pequeñas poblaciones supervivientes de muchas otras especies que no se han vuelto a hallar en décadas, explorando algunas remotas regiones montañosas.

Las ranas arlequines habitan principalmente en bosques de montaña, especialmente cerca de quebradas, cascadas y otros sitios húmedos. Son activas durante el día, en especial en horas soleadas luego de las lluvias. Su dieta se compone de pequeños insectos y otros invertebrados. Es posible que, al igual que en las ranas venenosas de la familia Dendrobatidae, la vistosa coloración de muchas ranas arlequines sea una advertencia para los depredadores, ya que estas ranas poseen glándulas en su piel que secretan sustancias tóxicas que actúan sobre el sistema nervioso y cardiovascular.

Los renacuajos de estas ranas se cuentan entre los más interesantes de las montañas neotropicales, pues están perfectamente adaptados para la vida en corrientes de agua frías y rápidas. En la boca poseen una ventosa que les ayuda a adherirse a las rocas y no ser arrastrados por la corriente; estos renacuajos no se encuentran en aguas calmadas, como lagunas y pantanos. Son pequeños (alrededor de 1 cm de longitud) y su dieta se compone de algas microscópicas.
El género se extiende desde Costa Rica hasta Bolivia.

Hasta hace unos 20 años, algunas especies eran comunes en los Parques Nacionales Naturales Chingaza y Los Nevados, por ejemplo, pero en la actualidad son muy
escasas, si es que no han desaparecido del todo.


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